José María López Báez





La propuesta pictórica de José María López Báez (Málaga, 1960) es una reflexión sobre la condición de las modernas metrópolis postindustriales, en las que esencialmente el individuo se siente solo y aislado entre el trasiego de los viandantes, el ruido de los automóviles y la altura de los grandes edificios. En cierto modo la preocupación estética de López Báez es también de índole moral, y ello le emparenta con el subjetivismo romántico, aunque sus conexiones más directas están en el ajetreo callejero de los cuadros de Ernst Ludwig Kirchner de hacia 1912-13 y en «Berlín, sinfonía de una gran ciudad», el documental de Walter Ruttmann de 1927 que inaugura la edad adulta del cine de no ficción.

 

Por un lado los cuadros de López Báez se interesan por el diseño arquitectónico y el urbanismo, recreando en algunos de ellos construcciones inmensas, con cables de acero y torres metálicas que forman parte de un paisaje urbano imaginario. Un bosque de grúas y de estructuras de hierro anuncia la transformación frenética de la ciudad, sometida a un cambio incesante. Pero los más personales son aquellos en los que jóvenes paseantes solitarios deambulan sin rumbo fijo por una jungla de asfalto, de ruido, de luces de neón, de velocidad y de gigantescas pantallas arquitectónicas. En el fondo a López Báez le preocupa la incomunicación, la alienación y la soledad del hombre contemporáneo, incapaz de reconstruir un escenario donde la naturaleza ocupe algún lugar. Por supuesto que López Báez no pretende ir contra el sentido de la Historia, pero en su obra se insinúan advertencias de que es necesario recomponer o repensar el papel de la naturaleza en la vida social. Sin ningún tipo de sentimentalismo roussoniano, López Báez, sin embargo, deja explícito en su discurso la fractura espiritual del individuo del capitalismo tardío. Y lo hace con una pintura empastada, con abundante uso de la espátula y con unos resultados formales que no pueden por menos que recordarnos las obras de hacia 1966-67 de la pintora portuguesa Maria Helena Vieira da Silva. No obstante, en las perspectivas nocturnas de López Báez late una fragmentación espiritual muy de nuestro tiempo.

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 5 de mayo de 2006